domingo, junio 05, 2011

Cuentos: un show con tiza

La actividad de contar cuentos ha sobrevivido al paso del tiempo. Ya no sólo es un espectáculo para los amantes de la literatura sino que también es una herramienta pedagógica.

Es hora de ir a dormir! Con la frazada bien arropada y los pies calentitos, los ojos empiezan a pesar, sin embargo falta algo para que el sueño se pueda conciliar. Una señora entra en la habitación y luego del beso en la frente se sienta al costado de la cama, se acomoda y comienza. “Había una vez...” Las historias viajan de generación en generación y cruzan fronteras y océanos, ya sea de boca en boca, a través de un libro, por medio de la radio, la televisión o la Internet. En la actualidad o hace más de veinte siglos, grandes y chicos quedan fascinados ante la narración de un buen relato.

“Contar es fundamentalmente un acto de comunicación, la magia de la palabra hablada es ancestral e irreemplazable”, comenta Maryta Berenguer. “Comencé a principio de los años ‘80, a través de las audiciones de radio que realizaba para chicos en mi ciudad, Bahía Blanca” Ahora se dedica también a dar clases de esta actividad en el Museo del Títere (Piedras al 900) y es docente y directora en el Instituto Juan XXIII de su ciudad natal. Sus Maestros fueron Dora Pastoriza de Etchebarne y el cubano Francisco Garzón Céspedes.

Para Berenguer la respuesta de los espectadores, tanto adultos como infantiles, siempre es excelente. “Lo que influye es la temática del cuento. Si se trata de un cuento de participación, el público lo hará de forma activa, uno de suspenso, cómico o de terror despierta otras connotaciones”, explica. De todas maneras ella considera que no hay público difícil porque “ahí entran en juego las capacidades expresivas y comunicativas del narrador.

Lo que he aprendido desde mi experiencia es que contar con seguridad... placer...disfrutando cada palabra de las historias, hace que el receptor lo reciba de la misma manera”. La voz y la expresión son recursos fundamentales para un buen narrador. “Hay muchas técnicas de narración oral. En nuestro caso no utilizamos más que nuestra voz, sus matices, gestos, mímica y movimientos corporales”, cuenta

Graciela Moyano, profesora de talleres de narración oral en inglés. “Siempre me atrajo leer y contar cuentos –recuerda- pero la profesora María Cristina Thomson de Grondona White me introdujo en el arte de contar como herramienta pedagógica en la enseñanza del inglés”.

“Contar un cuento es ofrecer un regalo y el alumnado disfruta esto con satisfacción. Aprecia sus propios logros al verificar que puede entender y gozar de las historias. Luego las aplicaciones que el docente puede realizar a partir del relato son variadísimas: contar la historia desde otros roles, ilustrarla, escribirla, etc.

En ningún caso debe convertirse a la narración en una tarea de la clase sino es un momento distinto de la misma”, explica Moyano.

Continúa contando que para los docentes lo más difícil es superar los prejuicios que tienen sobre este arte: “hay que memorizar, hacen falta condiciones histriónicas, se le resta tiempo a la clase. Una vez que comienzan a practicar las distintas técnicas descubren que todos podemos narrar”.

María Castro es docente desde hace más cuarenta años, comenzó dando clases en la escuela primaria y luego se convirtió en profesora de inglés. Hizo un curso con Moyano y Grondona White y tomó un taller en la escuela del relato con Enrique Federman para contar cuentos con humor en castellano. “La narración es un recurso muy interesante para aprovechar al máximo la ejercitación de listening (escuchar), vocabulario y además porque es una forma agradable de comunicarse con el otro, ya sea adulto o niño. Mi profesora de metodología, en el año 62, ya insistía en las técnicas de la buena narración”, menciona Castro.

La profesora no encuentra diferencia en la recepción de las historias de los chicos de ahora con los de antes. “A pesar de todos los cambios todavía se fascinan ante la narración de un relato. Por ahí lo que hay que hacer es cambiar el tipo de cuento, ahora serán más fantásticos. Pero también los tradicionales son importantes”, dice Castro.

A pesar de los años y las innovaciones los cuenta cuentos no pierden su magia inicial que ya tenían los juglares en tiempos remotos y su actividad perdura a través de los siglos. El arte también ha cambiando y ya no sólo es un espectáculo sino que se ha convertido en una herramienta pedagógica.

Melisa Miranda Castro

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